Descubrir quién soy: el valor de cultivar la vocación desde la escuela

 

 

Acompañar la vocación no debería ser una preocupación solo del final de la etapa escolar. Cada espacio en que un niño, niña o adolescente descubre lo que le interesa, lo que se le da bien o lo que simplemente disfruta, puede marcar una diferencia en la forma en que construye su identidad y su futuro.

Fomentar la curiosidad, la exploración y la autonomía a través de experiencias variadas es una forma concreta de estimular la vocación. Así lo entiende Carla Silva, Coordinadora Académica del Colegio Altamira, quien explica cómo los Talleres de Libre Disposición (TLD) han sido una herramienta efectiva en este proceso.

“El objetivo principal de los TLD es que los estudiantes puedan aprender y desenvolverse de manera lúdica en clases que presenten propuestas didácticas y recreativas, pertenecientes a áreas que no forman parte del currículum establecido por el Ministerio de Educación”, señala.

Diseñados en torno a tres grandes ejes —deportivo, artístico y académico— los TLD permiten que los niños elijan libremente actividades que conecten con sus propios intereses.
“Los cambios que hay en los niños es el cómo se son capaces de elegir de acuerdo a sus intereses y desarrollar aprendizajes a través de estos, ya que están motivados y enfocados en disfrutar en lo que les gusta”, comenta Silva.

La experiencia acumulada muestra que ofrecer oportunidades de exploración desde la infancia favorece el desarrollo de habilidades personales, confianza en uno mismo y un mayor sentido de propósito.
“Fomentar sus intereses desde pequeños permite fortalecer su autoestima, desarrollar su autonomía y construir un sentido de propósito en su proceso formativo”, agrega.

En los últimos años de escolaridad, el acompañamiento vocacional se vuelve más específico. Conversar sobre intereses futuros, brindar información clara sobre caminos académicos y generar espacios de orientación son pasos fundamentales para apoyar a quienes están tomando decisiones importantes.

Patricio Vargas, Coordinador de III° y IV° medio del Colegio Altamira, describe este proceso como un acompañamiento activo, “El propósito del colegio es acompañar estos procesos y apoyar también a quienes aún no tienen claro su camino después del colegio. Asimismo, reforzamos la importancia de desarrollar destrezas adaptativas para enfrentar situaciones de incertidumbre”.

Las charlas vocacionales, ferias universitarias, el trabajo transversal en asignaturas y el vínculo con las familias son parte de este enfoque integral. “Consideramos fundamental fortalecer la alianza con las familias para promover una visión de vocación que vaya más allá de la simple elección de una carrera universitaria”, finaliza Vargas.

En esa misma línea, la directora del colegio, Mónica Rodríguez, destaca el compromiso institucional con cada estudiante, “Nosotros, como colegio, nos comprometemos a acompañarlos, guiarlos y mostrarles distintas posibilidades, para que su decisión final tenga relación con sus habilidades, intereses y gustos. Para lograrlo, es fundamental construir un trabajo conjunto con las familias, que nos permita apoyar a nuestros estudiantes en este camino de decisiones personales e importantes para su vida y su futuro”.