“¿Está bien que mi hijo juegue solo?”, “¿Cuándo es momento de hablar de sexualidad?”: Las preguntas más comunes de Primer Ciclo y cómo abordarlas con seguridad
¿Por qué mi hijo no quiere compartir? ¿Tendrá amigos? ¿Cuándo es momento de hablar sobre sexualidad? Estas preguntas son parte del día a día de muchas familias. Por eso, desde el Colegio Altamira consultamos a nuestras coordinaciones y profesionales de Primer Ciclo para recoger las dudas más frecuentes de padres y madres y entregar algunas orientaciones prácticas, según la etapa de desarrollo de sus hijos.
Primera infancia (PlayGroup a Kínder): Límites, juego solitario y la etapa egocéntrica
“Muchos padres se preocupan cuando ven que sus hijos prefieren jugar solos. Pero, en esta etapa (2 a 4 años), los niños están en una fase egocéntrica completamente normal”, explica Paulina Saavedra, coordinadora de estos niveles.
“Esta etapa, estudiada por Jean Piaget, se caracteriza por una mirada del mundo centrada en sí mismos. No es egoísmo, es desarrollo: aún no comprenden del todo que los otros también tienen pensamientos y emociones distintas”.
¿Qué pueden hacer las familias?:
- No forzar el juego compartido: ofrecer espacios donde el juego paralelo se dé naturalmente.
- Acompañar con paciencia: modelar actitudes de empatía y respeto.
- Validar el ritmo de cada niño: cada uno llega a socializar plenamente en su propio tiempo.
1° y 2° básico: Vínculos, emociones y hábitos
Francisca Vicuña, psicóloga del ciclo, describe esta edad como una “bisagra”: “En la que sus pasos comienzan a dejar huella propia, pero aún necesitan una red sólida que los contenga, los guíe y los acompañe”.
“Uno de los mayores intereses de las familias es saber si sus hijos están logrando vínculos sanos con sus pares. Las madres y padres se preguntan si sus hijos tienen amigos, si se sienten parte del grupo, si logran integrarse sin dificultades o si experimentan situaciones de rechazo o soledad”, agrega.
También surge la inquietud por la seguridad emocional de sus hijos en el entorno escolar.
Desde casa:
- Fomentar la comunicación fluida entre los miembros de la familia
- Promover un ambiente seguro y contenedor, estableciendo normas claras y coherentes.
- Respetar la individualidad y los ritmos personales: adaptar las estrategias pedagógicas a las necesidades particulares, evitando comparaciones o etiquetas y valorar y potenciar las fortalezas individuales.
- Fortalecer la educación emocional y social
- Enseñar hábitos con afecto y coherencia
3° y 4° básico: Adolescencia incipiente y sexualidad
“Esta preocupación se vincula estrechamente con los cambios propios del inicio de la adolescencia, etapa en la que varios estudiantes ya comienzan a evidenciar ciertas conductas características como el desgano, la irritabilidad, el cuestionamiento de normas y una disminución del interés por actividades que antes les motivaban”, indica José Luis Castillo, coordinador de nivel.
“Muchas de estas inquietudes apuntan a cuándo y cómo abordaremos estos temas con los niños y niñas (…) En el fondo, lo que muchas familias expresan es el deseo de entender mejor lo que están viviendo sus hijos/as, y de contar con herramientas para acompañarlos con mayor seguridad y coherencia en esta etapa de transformaciones”.
Desde casa:
- Crear espacios cotidianos de conversación (sin esperar una crisis).
- Escuchar con calma, sin interrupciones ni juicios.
- Dedicar tiempos uno a uno con cada hijo/a.
- Validar sus emociones y no minimizar lo que sienten.
5° y 6° básico: Identidad, bullying y autonomía
“La preadolescencia es una etapa de transición cargada de cambios físicos, emocionales y sociales. Los estudiantes de esta comunidad se encuentran en un punto intermedio entre la infancia y la adolescencia, lo que genera en las familias diversas inquietudes”, señala Francisca Vicuña.
“Las familias buscan un entorno escolar donde se equilibre la contención emocional, el respeto por la diversidad, el desarrollo personal y la estructura académica. Desean que sus hijos sean escuchados, aceptados y acompañados, mientras comienzan a construir una identidad más autónoma, crítica y sensible”.
Entre los temas que más se repiten: bullying, autoestima, expresión emocional, motivación y gestión del tiempo.
Desde casa:
- Escuchar sin juzgar, evitar minimizar o ridiculizar sus emociones.
- Fomentar la autonomía con acompañamiento, es importante apoyar a que organicen sus tareas y responsabilidades, sin hacerlas por él/ella.
- Valorar la creatividad, el pensamiento propio y fomentar el pensamiento crítico.
- Hablar sobre la diferencia y el respeto. Conversar en casa sobre la importancia de aceptar a otros con distintas formas de ser, sentir o pensar.
- Hablar abiertamente de bullying. Validar emociones.
- Estar atentos al bienestar social (grupo de pares)
“El camino de acompañar a un hijo o hija implica respetar su crecimiento, contener sin ahogar y permitir que explore quién es, con el respaldo de adultos que lo sostienen emocionalmente”, finaliza Francisca.