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Querida generación Altamira 2020, familias, educadores: Ha costado lograr este encuentro, pero ¡lo logramos!

Es una gran alegría que podamos estar hoy juntos en nuestra explanada y para mí es un privilegio tener estos minutos para dirigirles unas palabras, presencialmente.

Cuando ocurre algo que rompe nuestro cotidiano, como ha sido la pandemia, aparece lo que damos por obvio y, si ponemos atención, podemos darnos cuenta de que la vida está llena de regalos que no siempre vemos o agradecemos. Estar juntos en el mismo espacio físico era algo usual, que dábamos por hecho, y que ahora nos damos cuenta no siempre es posible. Por eso nuestra alegría de hoy, más aún cuando es para homenajear a la generación 2020 de nuestro colegio.

La pandemia nos ha provocado frustración y dolor, pero también nos ha enseñado mucho. Creo que algo que nos ha mostrado a todos los que estamos hoy aquí es que lo que constituye nuestro colegio no son los edificios, ni las salas de calle Acueducto, con todo lo que las queremos (¡por eso nuestro esfuerzo por estar aquí hoy!). Lo fundamental es el tejido de relaciones que nos une. Nuestro vínculo.

Y algo que he aprendido, gracias a una profesora que me lo mostró, es que, si queremos buscar la esencia de nuestro colegio en este tejido, es mejor ir más allá de los directivos, los administrativos, los “adultos responsables”. Para buscar la pasión del colegio, tenemos que mirarlos a ustedes, los estudiantes. Ahí es donde está el colegio Altamira.

El Altamira es familia y por ejemplo ahí está Gaspar Silva, “el hijo de la Pancha”, que creció entre las advertencias de: “Gaspar, siéntate que te voy a acusar con tu mamá”, y somos familia de profesores porque educamos futuros educadores como parece que será Raquel Silva, que siempre le estaba enseñando, sobre todo matemáticas, a sus compañeros.

El Altamira también es alegría, como para mí lo encarna Nicolás de la Noi que siempre nos regala un saludo sonriente. Creamos comunidad, somos “achoclonados”, como lo hace Josefa Vallejo y su familia. Sobre todo, Consuelo, su mamá, que siempre ha estado cerca del colegio, y no sólo porque viva a un par de cuadras.

También somos artistas, nos vivimos el dibujo y la pintura con la pasión y talento de Iñaki Menares, de Emilia Valenzuela y Renata Díaz, y también la actuación, como nuestra María José Aguayo.

El Altamira tiene convicciones y dialoga con respeto, y yo lo veo, entre otros, en Michele Botto, también veo esa firmeza en Josefa Basso. Ambos mezclan esa determinación con el arte: Michele en el canto y Josefa en la pintura.

El Altamira es pura disposición -por eso logramos tener esta licenciatura hoy-, y alguien que la tiene es Vicente Lagos, siempre dispuesto a ayudar a otros. Y disposición y también determinación la encontramos en Alejandra Salinas, la Ale, que parece decir ¡vamos adelante!

Determinado y directo es también Diego Yelnik, que además de traernos los mundos de sus viajes siempre nos acompaña con su música.

Podríamos decir tanto de nuestra generación, solo para agregar un punto más: El Altamira es valentía, como valiente es Nicolás Orellana (IV D), que llegó a su hito esta mañana mostrando una vez más su decisión de estar aquí.

Cada uno de ustedes encarna a nuestro colegio, son alegres, sinceros, valientes, solidarios. Cada uno de ustedes ES el colegio Altamira.

Y también son movimiento. No son, están siendo.

Miren, hoy les vamos a entregar un grabado de Alfonso Fernández, que se llama AGUA. Para mí, evoca un cauce que fluye desde la cordillera al mar. Que no se estanca.  Es un río que se transforma y que, al hacerlo, también cala en el paisaje y lo hace suyo.

Si nos ponemos al centro de ese río y miramos hacia “abajo”, hacia el mar, podemos ver lo que ya ha pasado, lo que ha transcurrido. Si miramos hacia “arriba”, hacia la cordillera, vemos las nuevas promesas, la energía nueva del amanecer. La esperanza.

Les entregamos este grabado porque, de alguna manera, los representa. Ustedes son un cauce que no se detiene. Espero que sigan su curso sin estancarse. Que siempre puedan mirar con gratitud hacia el poniente, hacia lo que ya ha pasado, y con esperanza y determinación lo que se asoma aguas arriba.

Ustedes son el colegio Altamira y son un fluir que no se detiene.

Así es que no dejan el colegio hoy, se lo llevan con ustedes. Los que nos quedamos acá vamos a seguir cuidando a sus hermanas y hermanos más pequeños que están construyendo el Altamira cada día, y ustedes quedan a cargo de llevar el Altamira a los mares que están afuera de calle Acueducto.

¡Felicidades Generación Altamira 2020!

PhD Pedro Rosas Henríquez
Director Colegio Altamira