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A veces  no hay que  salir  a buscar muy lejos, el mundo   está  en nuestra  escuela. Aprendemos insertos en el mundo, estamos  diseñados para aprender, los niños  nacen bien dispuestos  a sorprenderse y aprender. Solo  se aprende gozosamente cuando  hay emoción. En los juegos infantiles del primer ciclo tenemos  diez  álamos plantados en fila,  una cortina  de  álamos  de piel blanca, suave y perfumada.  

Álamos del  Altamira

Alamito, álamo huacho,

solitario en el camino,

igual como tú estoy solo,

frente a frente a mi destino

Clara Solovera

Por Luis Alberto Tamayo

Un niño puede  esconderse tras un tronco y esperar ver pasar  al  lobo  o a  la Caperucita Roja. Estos álamos  son una  de las 35 especies  de salicáceas que hay en el mundo, todas genéricamente llamadas álamos.  

Los  árboles  también migran y  se  distribuyen por el mundo, se echan  a  rodar por los  caminos de la mano del hombre o  del viento en forma  de  semillas o navegando ríos y mares como balsas. 

Los  álamos  vienen  de Asia, de  África o  Europa,  pero hace rato están en Chile  y forman parte  de nuestro paisaje y de nuestro folklor, ya no son extranjeros.   Los  agricultores  los  plantan  en hileras formando cortinas para detener el viento, dar  sombra  y proteger cultivos.  

Los  álamos pintados por Juan Francisco González, Ezequiel Plaza, Alberto Valenzuela Llanos o María Inés Carod, Orrego Luco, dan cuenta  de la integración de  este  noble  árbol a nuestro paisaje. 

Los  álamos se usan  en la industria  de la madera  y del papel, pero  por  sobre todo  son seres vivientes  que nos  acompañan en este paso por la  vida.  Las  bellas  hojas  verdes,  dan alegría,  los suaves  troncos  por  los cuales  trepar, dan alegría, la luz  del atardecer  tamizada por  álamos  es una imagen magnífica para darnos cuenta de la belleza de  estar vivos.   Vamos a  abrazar a nuestro álamos, el aprendizaje, la vida  están ahí. No son  arboles autóctonos,  son visitantes  que  se  quedaron, como los  conejos,  la  zarzamora, los  eucaliptos  y los pasajeros  del Winnipeg. 

  

Una  hilera  de  álamos  alegres  para  la  vida, en oposición  a los tres y cuatro álamos de los  campos de concentración.   La principal avenida de nuestra ciudad  es  la Alameda  de las   Delicias. Álamos, alamitos,   necesitamos muchos  arboles.  Conocerlos  es  empezar a  quererlos.

Para saber la historia del primer álamo que llegó a Chile, pincha aquí