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La educación y el aprendizaje están experimentando un continuo proceso de transformación, y las nuevas tecnologías desempeñan un papel cada vez más relevante en este cambio. Una de las últimas innovaciones en este ámbito es el ChatGPT, un modelo de lenguaje basado en inteligencia artificial desarrollado por OpenAI.

 

 

Teniendo esto en consideración conversamos con nuestro Rector Pedro Rosas, quien nos compartió la siguiente reflexión:

 

¿Cómo pueden las neurociencias y la inteligencia artificial contribuir en el diseño y estrategia de enseñanzas más efectivas y personalizadas hacia las y los estudiantes?

 

Para responder esta pregunta es útil separar neurociencia e inteligencia artificial: En esta conversación entendemos a la inteligencia artificial ocupada de construir artefactos, herramientas, emulando algo del ser humano, mientras que a la neurociencia la entendemos como ocupada de construir explicaciones plausibles de cómo funciona el ser humano.

Como la pregunta es muy amplia la voy a acotar bastante, partiendo con un caso particular de inteligencia artificial. 

Por el lado de la inteligencia artificial, concentrémonos en el  caso de ChatGPT, que está muy en boga ahora y que, según el mismo ChatGPT “es un modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI que permite interactuar con los usuarios en forma de conversación, brindando respuestas y generando texto coherente y contextualmente relevantes”. 

Creo que es útil para nuestra conversación, considerar a ChatGPT como un artefacto más, junto a otros, que puede ser utilizado para aprender, tal como es el computador, el pizarrón, un cuaderno o un lápiz. Son distintos, lo sé, pero se asemejan en que son artefactos que podrían ser utilizados por los humanos en la enseñanza.

Y cuando digo podrían, es porque, si observamos con cuidado, hay bastantes invenciones que al momento de ser puestas a disposición pública, se empiezan a usar de formas distintas a cómo fue anticipada por sus creadores. Yo sospecho que los inventores de los teléfonos celulares, por ejemplo, no se imaginaron que se iban a transformar en las cámaras fotográficas que son hoy en día. Tenían cámara, sí, pero creo que no anticiparon la cantidad de aplicaciones, desarrollos, y horas que se emplea a los teléfonos en sacar, procesar y publicar fotografías y videos. Eso no fue anticipado. 

Entonces el uso que se le da a una herramienta no necesariamente tiene que ver con el impulso o las sugerencias de su inventor.

El ChatGPT, como lo conocemos, es algo muy nuevo por lo que creo que estamos en una etapa muy temprana para afirmar taxativamente cómo usarlo efectivamente para enseñar, así es que solo puedo especular:

Yo creo que ChatGPT, o herramientas similares, puede ser muy útil es la  personalización del aprendizaje de las y los estudiantes, al utilizarlo como un asistente personal al que se pueden hacer preguntas, para repasar o indagar una materia, o para ensayar diálogos o discusiones, por ejemplo. 

Y digo “puede ser muy útil” porque el problema con ChatGPT es que la información entrega puede ser falsa, y eso es grave. Entonces no podemos utilizar a ChatGPT como una fuente de información fidedigna, ese no es un uso adecuado. Esto se podría solucionar cuando las herramientas de procesamiento de lenguaje como ChatGPT permitan a los usuarios, fácilmente, incorporar un “corpus” de información que sepamos que es correcto. Es decir, que la librería de consulta del software sea una fuente fidedigna.

Habiendo dicho lo anterior, creo que tener un asistente individual mecánico que sea capaz de responderme y generar textos, algo “chamulleros” pero rápido, pueda ayudarme a ensayar textos, por ejemplo, a generar una conversación en la que yo propongo una posibilidad y le pido que me argumente en contra, por ejemplo, sabiendo que de vez en cuando la información que me entrega puede estar equivocada. ¿Ejemplos concretos? Yo le pedí a ChatGPT que me diera argumentos a favor de la pena de muerte y luego en contra de la pena de muerte. La máquina, obediente y sin chistar, me los dio. ¿Los considero correctos? Ese no es el punto, sino que las respuestas me ayudaron a reflexionar sobre mi propia posición al respecto. ¿Algo menos polémico? Quería leer algún autor de la India y le pedí recomendaciones considerando que me gusta García Márquez, Ben Elton, Julio Cortázar y Cormac McCarthy. Me dio algunas recomendaciones, indagué más, leí unos extractos, y descubrí a Manu Joseph. ¿Seguí a pie juntillas a ChatGPT? No, pero sí me ayudó a descubrir un autor.

Con sus límites, creo que esta herramienta sí puede tener utilizar personalizando entrenamientos, porque está disponible para cada persona que tenga conexión a internet y un computador.

Pero fijémonos, por favor, que el inventor de la herramienta no necesariamente tiene la respuesta de cuál es la forma en que la debemos usar. Eso nos compete a nosotros, a los educadores y a los que también queremos utilizar la herramienta.

Tu pregunta también se refería a cómo pueden contribuir las neurociencias, para no alargarme aún más, déjame responder esta parte más en general.

A medida que la neurociencia puede dar respuestas más certeras respecto de cómo los seres humanos aprendemos, eso puede llevarse a prácticas docentes más efectivas.

Recordemos que la neurociencia lo que busca es una explicación de cómo los humanos, o los animales con sistemas nerviosos, actuamos. Entonces, si nosotros sabemos con precisión cómo aprende el sistema nervioso, sabremos cuáles son los modos más efectivos en que la gente aprende, y eso puede cambiar la didáctica que nosotros hacemos en la sala de clases. Eso significa que desde un trabajo de investigación, se debe  realizar un trabajo de adaptación, por supuesto. Se ha avanzado en esto bastante diría yo, pero me atrevo a decir que menos de lo que a veces pretendemos saber.

Además, creo que es indicativo notar que la velocidad con que la neurociencia puede influenciar las prácticas cotidianas es más lenta que la influencia de cambios en la tecnología digital. Eso muestra, creo yo, que la ciencia y los científicos (por muchos motivos), están más alejados de la vida cotidiana del mundo actual.

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Pedro Rosas Henríquez es graduado de Ingeniería Civil Industrial (U de Chile), Master of Artificial Intelligence (U Católica de Lovaina) y PhD en Experimental Psychology – Neurosciences (U Católica de Lovaina, Max Planck Institute for Biological Cybernetics). Actualmente es Rector del Colegio Altamira, profesor de la Escuela de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile y dirige programas de entrenamiento de adultos para Pluralistic Networks.