Querida comunidad altamirana:
En este 10 de mayo, en que oficialmente, y en muchos lugares del mundo, se celebra el Día de la Madre (más allá de la definición comercial de celebrarlo el segundo domingo de este mes), les escribo para expresarles nuestro sentir como colegio ante este tipo de fechas.
Celebro, en primer lugar, el rol esencial e impostergable de la figura de la madre, no sólo en la vida de cada ser humano, sino especialmente en el escenario de nuestra Latinoamérica, tierra en que muchas madres han debido ejercer en solitario el rol de criar, cuidar, educar y mantener la vida de sus hijos e hijas. A esas madres fuertes, abnegadas, dedicadas, nutricias y ejemplares homenajeo este 10 de mayo.
No obstante, en un mundo que ya no deja de cambiar, de mostrarnos valientemente que la imagen de una familia única, de un modelo que sustenta idealistamente las bases de (cierta) sociedad, es parcial y plana; en síntesis, en un mundo que es diverso, la familia comienza a despojarse del singular para vestir sus pluralidades.
Como Altamira queremos homenajear cada una de las distintas formas que puede revestir ese nido humano que llamamos “familia”, donde puede faltar la madre, el padre, o, incluso, ambos: la de las madres solteras que guerrean en distintos frentes; la de padres que, yendo más allá de los roles que la cultura asigna a la figura masculina, ejercen día a día la ternura y contención en solitario, rasgos que asociamos con el rol materno; la de las abuelas, tías, tíos, primos, hermanos que, por distintas razones, se han debido hacer cargo de sus parientes más pequeños; la de las familias en que hay dos padres o dos madres, pero donde lo que no falta es el amor.
Es el amor de las familias, de las variopintas y convencionales, las multitudinarias y las biparentales, las únicas, distintas, irremplazables, lo que queremos destacar, honrar y felicitar de ahora en adelante.
Felicidades a todas y cada una de las familias, nuestras familias, un gran abrazo a todas ellas.
María Verónica Vergara Orellana
Directora